El muro de Munich, la saga continúa

“Este muro es lo contrario de lo que
entiendo por integración”

A la izquierda, el muro de Neuperlach. A la derecha, restos del Muro de Berlín

La historia de la humanidad está salpicada por la construcción de barreras. La Gran Muralla China, la barrera israelí de Cisjordania o el Muro de Berlín son solo algunos ejemplos que denotan la escasa evolución que ha experimentado nuestra capacidad para la resolución de conflictos. Y dado que, a día de hoy, la sociedad no adolece precisamente de problemas, ya estábamos tardando en estrenar la enésima entrega de esta saga sin fin.

Junto con el reciente vigésimo séptimo aniversario de la Caída del Muro de Berlín, otra noticia saltaba a las portadas de diversos medios de comunicación: Munich construye un muro, separando el distrito residencial de Neuperlach de un albergue que acogerá, a partir de la próxima primavera, a ciento sesenta inmigrantes menores de edad. Con esta polémica noticia la ciudad alemana, previamente laureada por la cálida acogida de refugiados, ha pasado a estar en el punto de mira de numerosas críticas. 

La construcción del muro no es un deseo expreso del ayuntamiento, sino el resultado de una denuncia que seis vecinos, de los cincuenta y cinco mil que hay en el distrito, presentaron ante los tribunales en 2014. Al conocer que el emplazamiento de las instalaciones sería contiguo a sus domicilios, este reducido grupo alegó problemas de contaminación acústica, aunque otro de los argumentos en boca de los partidarios del muro es la futura devaluación del precio de sus viviendas. Tras dos años de disputas legales, se ha encontrado la solución al problema en la construcción de una pared de gaviones de cuatro metros de altura, veinticinco centímetros más que el históricamente conocido Muro de Berlín.

Como principal opositor a esta medida se encuentra el político local Guido Bucholtz, el cual ha declarado que "el muro, tal como se erige ahora, lo deja a uno de piedra y es lo contrario de lo que entiendo por integración" y que "para nada era la voluntad y el deseo de la ciudad". La noticia rápidamente saltó al panorama internacional  y  el mundo se dividió entre partidarios y detractores del muro, siendo mucho más notorio el segundo grupo.

Lo que no se puede negar es que la distribución de los refugiados ha sido, es y será un asunto controvertido, al menos en un futuro a corto plazo. En un mundo en el que millones huyen desesperados hacia un futuro incierto, en el que se acogen a estos a cuentagotas y no sin cierta reticencia, donde la tónica política comienza a oscilar entre los extremismos que se empeñan en cerrar fronteras, ¿a dónde nos dirigimos, realmente? El muro de México, el Brexit y el evidente resquebrajamiento de la Unión Europea son solo algunos síntomas de que no tenemos control sobre el timón de este barco que, tras una época con un claro triunfo de la unión, parece cambiar el rumbo hacia la destrucción de puentes y construcción de muros.